Ricardo M. Sánchez Luna
El jueves por la noche, durante su encuentro con los medios de comunicación en la ciudad de México, Lynn Swann, ex receptor estelar de los Acereros de Pittsburgh y miembro del Salón de la Fama, consideró que no deben compararse el asesinato de Sean Taylor, profundo de los Pieles Rojas de Washington, con la situación legal de Michael Vick, quarterback de los Halcones de Atlanta, quien está a punto de recibir sentencia por organizar peleas clandestinas de perros.
En un sentido estricto, efectivamente, hablamos de dos hechos muy diferentes: por un lado tenemos un homicidio y por el otro a un jugador que se involucró en una actividad delictiva; sin embargo, creo que el trasfondo de ambos casos puede ser muy parecido.
Lo que tiene a Vick a tan sólo unos días de ir a prisión, además de su evidente falta de criterio, son las malas compañías. Y probablemente algo semejante fue lo que llevó a Taylor a la tumba… Piensen en esto por un momento.
La mayoría de los jugadores profesionales, no sólo de la NFL, sino de muchos otros deportes, como el boxeo o el futbol en nuestro país, provienen de cunas humildes, hablamos de chicos que crecen en barrios de escasos recursos, donde los vicios y malos hábitos se convierten en un estilo de vida y, en algunas ocasiones, son la única manera de sobrevivir.
En la Unión Americana suele suceder que alguno de estos muchachos reciba una beca para ir a la Universidad, evidentemente por sus habilidades atléticas y no por su brillantez académica, por lo que al cabo de unos años llega a las filas profesionales, donde a una edad muy temprana, sin la madurez suficiente, recibe de golpe millones de dólares.
Es entonces cuando reaparecen, sino es que siempre siguieron a su lado, esos “amigos” con los que, quizás, alguna vez comió del mismo plato. Es lógico el sentimiento de gratitud y solidaridad de los atletas hacia aquellos que algún día los ayudaron, pero es estúpido regresar a la mala vida cuando tienes el futuro resuelto.
Eso sucedió con Michael Vick, quien sin necesidad alguna, tras firmar un contrato histórico por más de 100 millones de dólares con Atlanta, se dejó influenciar por sus “amigos” de la preparatoria, Purnell Peace y Quanis Phillips, para que financiara peleas clandestinas de perros en un predio de su propiedad.
En cuanto a Taylor, habrá que esperar a que se desarrolle la investigación, pero no podemos pasar por alto los siguientes datos:
a) En junio del 2005 fue detenido por dos delitos graves de agresión, por empuñar un arma y atacar a un hombre quien, según Taylor, le había robado dos vehículos todo terreno. Sin duda, este puede ser móvil para una venganza.
b) Su amigo de la infancia y compañero en la Universidad de Miami, Antrel Rolle, con quien creció en el mismo barrio del sur de Miami, asegura que “había mucha envidia” de ex amigos de Taylor con los que creció y después dejó de frecuentar cuando saltó a la fama en la NFL, quienes incluso ya lo habían hostigado.
c) Egresó de la Universidad de Miami, de la cual, 11 jugadores (incluyendo a Taylor) se han visto involucrados en incidentes trágicos, sin que varios de ellos hayan sido esclarecidos, como el asesinato del tacle defensivo Bryan Pata, apenas en noviembre anterior.
Yo no sé ustedes, pero con todo respeto, no puedo creer que la policía de Miami se empeñe en decir que este crimen fue un asalto aleatorio y no un acto premeditado, cuando además de lo arriba señalado, exactamente ocho días antes de la fechoría se habían metido a robar a la casa del malogrado jugador, dejándole un cuchillo sobre la cama, algo que para mí --perdón si peco de mal pensado-- es una amenaza de muerte “velada”.
Espero sus comentarios en www.mrfootballmex.blogspot.com y en los correos rsanchezl@ova.com.mx y ricksan13@yahoo.com. Hasta la próxima
1 comentario:
Buen comentario. ¿Cuando escribes de los Delfines de Miami??
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