Levante la mano quien imaginaba que a estas alturas de la temporada Green Bay habría perdido sólo un juego para ser el mejor equipo de la Conferencia Nacional (NFC)… Imagino que nadie la alzó. Y no se sientan mal, la verdad es que ni siquiera en esa pintoresca ciudad de Wisconsin, donde habita la afición más devota de toda la NFL, esperaban lo que estamos viendo.
A estas alturas de la temporada anterior, los Packers estaban 4-7. Una semana después volvieron a caer y entonces ganaron sus últimos cuatro desafíos. Pero aceptémoslo, esas cuatro victorias no significaron nada, excepto el orgullo de no terminar el calendario con marca perdedora. Quiero decir, en ese momento esos cuatro triunfos no parecían el preludio de lo que hoy es un gran año para esta franquicia.
Es más, cuando en la pretemporada soltaron a su mejor corredor, Ahman Green, y tras un draft profundo, pero carente de grandes nombres, daba la impresión de que los Empacadores habían asumido que era momento de reconstruir el plantel, bajo la tutela de un entrenador en jefe apenas en su segunda campaña. Recordemos, incluso, que fue todo este vacilante panorama el que retrasó la decisión de Brett Favre de volver para una última campaña o retirarse.
Tras meses de suspenso, Favre anunció su regreso, pero inmerso en el equipo con el promedio de edad más bajo de la Liga y compitiendo en una división que congrega al campeón defensor de la Conferencia Nacional (Chicago), al equipo con el mejor corredor novato (Minnesota) y a un conjunto con un arsenal ofensivo de miedo (Detroit), la impresión era que, en el mejor escenario, Brett rompería algunas marcas de Dan Marino en otra campaña de 8-8.
Hoy vemos con inmensa satisfacción que Favre ha bebido de la fuente de la eterna juventud, esa misma que irriga al roster de los Packers, que entre sus 22 titulares (al menos los que jugaron el pasado jueves en Detroit), tiene a dos novatos, siete jugadores de segundo año y dos más en su tercera campaña.
Así, Brett no sólo está pulverizando los récords de Marino, sino que también vive el mejor inicio de campaña de sus 17 años como profesional y ha logrado que Green Bay vuelva a soñar con el Súper Tazón, justo este año en el que están conmemorando el décimo aniversario de su último título, en el Super Bowl XXXI.
¿Cuál es la diferencia entre este Brett y el de campañas anteriores? Simple, tarde, pero al fin le llegó la madurez. En años anteriores, Favre quiso compensar la escasez de talento en su equipo forzando sus pases. Confiaba tanto en esa escopeta que tiene por brazo, que abusaba de tratar de meter el balón en las manos de sus receptores en medio de tres o cuatro defensivos.
En estos días, Brett “The Great” se hace la vida más fácil y se beneficia de las bondades de un sistema como el de la “Costa Oeste”, cuyas rutas cortas abren el campo y le ofrecen varias opciones para lanzar en cuestión de segundos, sin necesidad de forzar los envíos. Y cuando la defensiva está suficientemente preocupada en descifrar estos esquemas, entonces les da el golpe letal con un bombazo, algo para lo que hoy tiene las piernas frescas de Greg Jennings y James Jones.
Ahora bien, aun con su marca de 10-1, Favre y sus Empacadores no han ganado nada, están empatados con los Vaqueros de Dallas como los mejores equipos de la NFC y el próximo jueves visitan el Texas Stadium --donde Brett tiene marca de 0-5-- para prácticamente definir cuál de los dos recibirá toda la postemporada en casa.
Está de más comentar la importancia que tiene para Green Bay llevar a todos sus rivales a la congeladora del Lambeau Field en enero. Basta decir que como local, Favre tiene marca de 40 victorias y sólo cuatro derrotas en partidos con temperaturas de un grado centígrado para abajo.
Esperemos a que transcurran los días para disfrutar de esta final adelantada de la Conferencia Nacional y, pase lo que pase, gocemos también con el que podría ser el último año en activo de uno de los jugadores más grandes que ha pisado un emparrillado de la NFL, el rejuvenecido Brett Favre.
Comentarios en www.mrfootballmex.blogspot.com y en los correos rsanchezl@ova.com.mx y ricksan13@yahoo.com
A estas alturas de la temporada anterior, los Packers estaban 4-7. Una semana después volvieron a caer y entonces ganaron sus últimos cuatro desafíos. Pero aceptémoslo, esas cuatro victorias no significaron nada, excepto el orgullo de no terminar el calendario con marca perdedora. Quiero decir, en ese momento esos cuatro triunfos no parecían el preludio de lo que hoy es un gran año para esta franquicia.
Es más, cuando en la pretemporada soltaron a su mejor corredor, Ahman Green, y tras un draft profundo, pero carente de grandes nombres, daba la impresión de que los Empacadores habían asumido que era momento de reconstruir el plantel, bajo la tutela de un entrenador en jefe apenas en su segunda campaña. Recordemos, incluso, que fue todo este vacilante panorama el que retrasó la decisión de Brett Favre de volver para una última campaña o retirarse.
Tras meses de suspenso, Favre anunció su regreso, pero inmerso en el equipo con el promedio de edad más bajo de la Liga y compitiendo en una división que congrega al campeón defensor de la Conferencia Nacional (Chicago), al equipo con el mejor corredor novato (Minnesota) y a un conjunto con un arsenal ofensivo de miedo (Detroit), la impresión era que, en el mejor escenario, Brett rompería algunas marcas de Dan Marino en otra campaña de 8-8.
Hoy vemos con inmensa satisfacción que Favre ha bebido de la fuente de la eterna juventud, esa misma que irriga al roster de los Packers, que entre sus 22 titulares (al menos los que jugaron el pasado jueves en Detroit), tiene a dos novatos, siete jugadores de segundo año y dos más en su tercera campaña.
Así, Brett no sólo está pulverizando los récords de Marino, sino que también vive el mejor inicio de campaña de sus 17 años como profesional y ha logrado que Green Bay vuelva a soñar con el Súper Tazón, justo este año en el que están conmemorando el décimo aniversario de su último título, en el Super Bowl XXXI.
¿Cuál es la diferencia entre este Brett y el de campañas anteriores? Simple, tarde, pero al fin le llegó la madurez. En años anteriores, Favre quiso compensar la escasez de talento en su equipo forzando sus pases. Confiaba tanto en esa escopeta que tiene por brazo, que abusaba de tratar de meter el balón en las manos de sus receptores en medio de tres o cuatro defensivos.
En estos días, Brett “The Great” se hace la vida más fácil y se beneficia de las bondades de un sistema como el de la “Costa Oeste”, cuyas rutas cortas abren el campo y le ofrecen varias opciones para lanzar en cuestión de segundos, sin necesidad de forzar los envíos. Y cuando la defensiva está suficientemente preocupada en descifrar estos esquemas, entonces les da el golpe letal con un bombazo, algo para lo que hoy tiene las piernas frescas de Greg Jennings y James Jones.
Ahora bien, aun con su marca de 10-1, Favre y sus Empacadores no han ganado nada, están empatados con los Vaqueros de Dallas como los mejores equipos de la NFC y el próximo jueves visitan el Texas Stadium --donde Brett tiene marca de 0-5-- para prácticamente definir cuál de los dos recibirá toda la postemporada en casa.
Está de más comentar la importancia que tiene para Green Bay llevar a todos sus rivales a la congeladora del Lambeau Field en enero. Basta decir que como local, Favre tiene marca de 40 victorias y sólo cuatro derrotas en partidos con temperaturas de un grado centígrado para abajo.
Esperemos a que transcurran los días para disfrutar de esta final adelantada de la Conferencia Nacional y, pase lo que pase, gocemos también con el que podría ser el último año en activo de uno de los jugadores más grandes que ha pisado un emparrillado de la NFL, el rejuvenecido Brett Favre.
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