Sé que suena difícil de creer y, tal vez, sea todavía más complicado entenderlo, pero hablo en serio cuando digo que a partir de este fin de semana los equipos de la NFL comienzan a cincelar su destino para la próxima temporada y, quizás para varias más, al asistir al NFL Combine, cuya traducción más sensata podría ser “escouteo combinado”.
Como su nombre lo indica, este proceso, que dura siete días y se realiza en el RCA Dome, casa de los Potros de Indianápolis, permite a los 32 equipos de la Liga evaluar el talento de la mayoría de los jugadores colegiales que estarán elegibles en el draft de abril próximo.
De hecho, si ustedes son suscriptores de uno de los dos sistemas principales de televisión de paga en nuestro país y, como buenos aficionados, sintonizan a menudo el canal de la Liga, NFL Network, seguramente a estas alturas ya están hartos de ver a un grupo de “célebres desconocidos” en shorts y jerseys, quienes realizan toda clase de drilles o ejercicios para medir sus habilidades atléticas.
Divididos por posiciones y con rutinas propias para sus puestos, vemos desfilar a linieros ofensivos y defensivos, receptores, corredores, pateadores de lugar y de despeje, alas cerradas, jugadores de perímetro, linebackers y, por supuesto, quarterbacks.
Los ejercicios van desde la tradicional carrera de 40 yardas, vital para medir la velocidad y explosión de los atletas, pasando por las repeticiones de bench press, que dan una idea de la fortaleza del jugador, hasta llegar a las habilidades propias de cada posición, como la facilidad para atrapar un pase o la fuerza y precisión con que se lanza el ovoide.
Pese a la valiosa información que arrojan todas estas pruebas, en mi apreciación personal –aunque se vale diferir en el punto de vista– esto no es lo más importante del NFL Combine, sino los resultados que arrojan las valoraciones psicológicas y los exámenes médicos.
Veámoslo desde esta perspectiva. Al día de hoy, los buscadores de talento de los equipos de la NFL ya han entregado a sus entrenadores y directivos centenares de videos –éstos sí están permitidos, no como los de Bill Belicheat– de los jugadores que consideran útiles para sus organizaciones. Eso significa que en este momento cada escuadra ya tiene una idea muy clara de la mecánica para lanzar el balón, así como la fuerza y precisión con que lo hace, por ejemplo, Matt Ryan, quarterback procedente del Colegio de Boston y uno de los principales prospectos en su posición.
Sin embargo, lo realmente valioso de tener a Ryan al alcance, como a cualquier otro de los más de 330 jugadores que acuden este año al NFL Combine, es examinarlo a detalle desde el punto de vista clínico, es decir, valorar antiguas lesiones, el grosor de sus huesos, músculos, resistencia y demás información, que resulta indispensable cuando se trata de invertir millones de dólares en un atleta que, además, representa el futuro deportivo y comercial de la franquicia.
Y tan importante como la evaluación médica son los rasgos de personalidad que puedan averiguar los entrenadores a través de las entrevistas. No se trata de si un jugador responde bien a las preguntas de cajón, para las cuales, incluso, los representantes los preparan a conciencia. Lo que en verdad cuenta es la sinceridad que puedan destilar a través de su mirada, sus gestos, reacciones y la firmeza de voz, entre otros detalles. O dicho en otras palabras, lo que un entrenador sea capaz de leer entrelíneas y la personalidad que pueda revelar mediante los patrones de conducta del entrevistado.
La próxima semana, ya con los resultados de las pruebas físicas, comentaré sobre quienes resulten ser los mejores atletas, aunque no necesariamente los principales prospectos, para el próximo draft.
Espero sus comentarios en www.mrfootballmex.blogspot.com y en los correos rsanchezl@ova.com.mx y ricksan13@yahoo.com. Hasta la próxima.
Como su nombre lo indica, este proceso, que dura siete días y se realiza en el RCA Dome, casa de los Potros de Indianápolis, permite a los 32 equipos de la Liga evaluar el talento de la mayoría de los jugadores colegiales que estarán elegibles en el draft de abril próximo.
De hecho, si ustedes son suscriptores de uno de los dos sistemas principales de televisión de paga en nuestro país y, como buenos aficionados, sintonizan a menudo el canal de la Liga, NFL Network, seguramente a estas alturas ya están hartos de ver a un grupo de “célebres desconocidos” en shorts y jerseys, quienes realizan toda clase de drilles o ejercicios para medir sus habilidades atléticas.
Divididos por posiciones y con rutinas propias para sus puestos, vemos desfilar a linieros ofensivos y defensivos, receptores, corredores, pateadores de lugar y de despeje, alas cerradas, jugadores de perímetro, linebackers y, por supuesto, quarterbacks.
Los ejercicios van desde la tradicional carrera de 40 yardas, vital para medir la velocidad y explosión de los atletas, pasando por las repeticiones de bench press, que dan una idea de la fortaleza del jugador, hasta llegar a las habilidades propias de cada posición, como la facilidad para atrapar un pase o la fuerza y precisión con que se lanza el ovoide.
Pese a la valiosa información que arrojan todas estas pruebas, en mi apreciación personal –aunque se vale diferir en el punto de vista– esto no es lo más importante del NFL Combine, sino los resultados que arrojan las valoraciones psicológicas y los exámenes médicos.
Veámoslo desde esta perspectiva. Al día de hoy, los buscadores de talento de los equipos de la NFL ya han entregado a sus entrenadores y directivos centenares de videos –éstos sí están permitidos, no como los de Bill Belicheat– de los jugadores que consideran útiles para sus organizaciones. Eso significa que en este momento cada escuadra ya tiene una idea muy clara de la mecánica para lanzar el balón, así como la fuerza y precisión con que lo hace, por ejemplo, Matt Ryan, quarterback procedente del Colegio de Boston y uno de los principales prospectos en su posición.
Sin embargo, lo realmente valioso de tener a Ryan al alcance, como a cualquier otro de los más de 330 jugadores que acuden este año al NFL Combine, es examinarlo a detalle desde el punto de vista clínico, es decir, valorar antiguas lesiones, el grosor de sus huesos, músculos, resistencia y demás información, que resulta indispensable cuando se trata de invertir millones de dólares en un atleta que, además, representa el futuro deportivo y comercial de la franquicia.
Y tan importante como la evaluación médica son los rasgos de personalidad que puedan averiguar los entrenadores a través de las entrevistas. No se trata de si un jugador responde bien a las preguntas de cajón, para las cuales, incluso, los representantes los preparan a conciencia. Lo que en verdad cuenta es la sinceridad que puedan destilar a través de su mirada, sus gestos, reacciones y la firmeza de voz, entre otros detalles. O dicho en otras palabras, lo que un entrenador sea capaz de leer entrelíneas y la personalidad que pueda revelar mediante los patrones de conducta del entrevistado.
La próxima semana, ya con los resultados de las pruebas físicas, comentaré sobre quienes resulten ser los mejores atletas, aunque no necesariamente los principales prospectos, para el próximo draft.
Espero sus comentarios en www.mrfootballmex.blogspot.com y en los correos rsanchezl@ova.com.mx y ricksan13@yahoo.com. Hasta la próxima.
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